En principio, hasta ahora la Fed está siguiendo el plan que se describió anteriormente. A saber: primero, reducir a cero el programa de estímulo cuantitativo, luego subir la tasa. Sin embargo, cabe recordar la última reunión del Banco de Inglaterra, que inesperadamente subió la tasa con un programa de expansión cuantitativa (QE) incompleto e incluso deficiente. Resulta que tal escenario es bastante posible, aunque a primera vista parece bastante extraño. El banco central continúa estimulando la economía mientras endurece la política monetaria. Sin embargo, sabe mejor qué hacer y cómo hacerlo. Por lo tanto, muchos expertos ahora se preguntan si habrá una sorpresa similar de la Fed en enero. Especialmente si resulta que esta semana la inflación estadounidense siguió acelerándose en diciembre. Recuerde que la mayoría de los pronósticos dicen que el índice de precios al consumidor superará la marca del 7%. En general, sin importar hacia dónde se mire, solo se ven acciones "agresivas" en todas partes, que la Fed puede tomar en un futuro cercano.
También debe señalarse por separado que la Fed en 2022 puede comenzar a reducir su balance general, que aumentó durante la pandemia a $8,76 billones. Esta es otra forma de endurecer la política monetaria y enfriar la economía, así como de retirar el exceso de liquidez, que se requería para estimular la economía en tiempos difíciles. Sin embargo, es probable que la Fed no se apresure a subir las tasas hasta que complete el QE. Así lo afirmó abiertamente uno de los miembros del comité monetario de la Fed, Christopher Waller, quien informó: "El objetivo de acelerar la reducción de las compras de activos es que sería posible avanzar para elevar la tasa clave en la reunión de marzo". Por lo tanto, es poco probable que la Fed siga los pasos del Banco de Inglaterra. Por otro lado, también cabe señalar el estado del mercado laboral estadounidense. La tasa de desempleo al cierre de diciembre disminuyó a 3,9% y las nóminas no agrícolas aumentaron en 200 mil. Aunque las previsiones auguran un mayor incremento en las nóminas no agrícolas, éste es, en todo caso, un incremento. Así, por el momento, podemos decir que el mercado laboral estadounidense sigue recuperándose, y el regulador no está tan preocupado por ello como antes. En cualquier caso, está dispuesto a abandonar su mayor estímulo, a favor de frenar la inflación, que ha alcanzado sus máximos de 40 años. Además, como podemos ver a fines de diciembre, la pandemia de coronavirus y su cepa ómicron no tuvieron un impacto devastador en la economía estadounidense. Los índices de actividad empresarial descendieron en Estados Unidos el mes pasado, pero moderadamente. Por lo tanto, es poco probable que la economía estadounidense enfrente una fuerte recesión que requiera un nuevo estímulo. En base a esto, todos los factores hablan a favor de un mayor endurecimiento de la política monetaria.