El Banco Central Europeo llevará a cabo su reunión el jueves 27 de julio. El Banco tiene previsto aumentar las tasas de interés en 25 puntos básicos. No hay dudas al respecto, ya que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, anunció el mes pasado un endurecimiento adicional de los parámetros de política monetaria. Por lo tanto, el enfoque principal estará en la postura del BCE. Los puntos clave de interés serán las formulaciones en el comunicado que lo acompaña y las señales verbales de la presidenta del BCE. Es probable que el mercado ignore el hecho de que haya un aumento de tasas.
En las últimas semanas, los funcionarios del BCE han expresado retórica contradictoria. Por ejemplo, Lagarde ha cambiado el énfasis en sus discursos varias veces, alternando entre un tono agresivo y moderado. Si bien nunca cuestionó el aumento de tasas de julio, su posición sobre las perspectivas de ajuste monetario ha variado. En uno de sus discursos, Lagarde afirmó que los aumentos de tasas siguientes aún son inciertos. Sin embargo, en su último discurso, su retórica se ha vuelto algo más estricta, al afirmar que el BCE tiene "mucho trabajo por delante" para contener la inflación, que se mantiene en niveles persistentemente altos.
Los otros miembros del BCE se han dividido en dos campos: los agresivos y los moderados. Por ejemplo, el jefe del banco central de Eslovenia, Bostjan Vasle, afirmó que la inflación subyacente "se mantiene alta y persistente", por lo tanto, las autoridades monetarias "deben seguir ajustando la política". François Villeroy de Galhau, el jefe del Banco de Francia, también expresó preocupación por el alto nivel de inflación, apoyando un mayor ajuste monetario. Su colega de Alemania, Joachim Nagel, afirmó que las tasas de interés "deben seguir subiendo", pero agregó que es "demasiado pronto para decir en qué medida".
El escenario agresivo está respaldado por las actas de la reunión del BCE en junio. El texto del documento sugiere que el aumento de tasas de julio (el noveno desde el verano pasado) probablemente no será el último. Las actas indican que el Consejo de Gobierno puede considerar la posibilidad de aumentar las tasas de interés "después de julio" si es necesario.
Toda la intriga de la reunión de julio radica en la respuesta a una sola pregunta: ¿es necesario un mayor ajuste monetario?
No hay una opinión unánime en el mercado sobre este asunto. Por un lado, se argumenta a favor de nuevos aumentos de tasas debido a la inflación subyacente, que se mantiene en un nivel alto (a diferencia de la inflación general, que está desacelerándose a un ritmo activo). Vale la pena señalar que, la semana pasada, el índice de precios al consumo subyacente para junio se revisó al alza. Según la estimación inicial, el IPC subyacente aumentó un 5,4% el mes pasado. Sin embargo, según los cálculos finales, el indicador se revisó al 5,5%. A los funcionarios del BCE les preocupa especialmente la inflación subyacente, por lo que este resultado favorece claramente al euro.
Por otro lado, hay un débil crecimiento económico en la zona euro. Como recordatorio, según los datos actualizados, el PIB de la eurozona no cambió en el primer trimestre en comparación con los tres meses anteriores. Aunque no se confirmó una recesión técnica (se informó en junio que la economía de la región disminuyó un 0,1% en el primer trimestre de 2023, lo mismo que en el cuarto trimestre de 2022), estos resultados débiles no contribuyen a una postura más agresiva.
Esta semana se publicaron datos decepcionantes sobre los índices PMI e IFO. En particular, el PMI manufacturero de Alemania cayó a 38,8 puntos, el resultado más débil desde mayo de 2020, cuando el mundo enfrentaba la crisis del coronavirus. El índice ha permanecido por debajo de la marca clave de 50 puntos durante 13 meses consecutivos y ha estado disminuyendo activamente durante los últimos tres meses. Mientras tanto, el índice general del clima empresarial IFO en Alemania cayó a 87,3 puntos este mes (el resultado más débil desde octubre de 2022) frente a la previsión de 88,0 (en junio, el índice estaba en 88,6). El índice ha estado disminuyendo durante el tercer mes consecutivo.
Estos resultados débiles podrían tener un impacto en la retórica del BCE, especialmente porque no todos los miembros del BCE han mostrado una postura alcista últimamente. Por ejemplo, el jefe del Banco de Grecia, Yannis Stournaras, declaró recientemente que la inflación está disminuyendo de facto y que un mayor ajuste monetario (después del aumento de tasas de julio) "puede perjudicar a la economía". Su colega, el jefe del Banco de Italia, Ignazio Visco, expresó una posición similar, agregando que la inflación podría disminuir "más rápido de lo previsto", por lo que "no hay necesidad de empujar la situación hacia una recesión" (mediante nuevos aumentos de tasas).
Curiosamente, incluso algunos antiguos alcistas han comenzado a expresar señales moderadas. Un ejemplo de ello es Klaas Knot, quien sorprendió a los participantes del mercado con su retórica reciente. Según él, el aumento de tasas después de julio "no es una decisión definitiva sino un tema de discusión".
Como podemos ver, no hay una opinión unánime entre los miembros del BCE con respecto a las perspectivas futuras para el ajuste monetario. Sin embargo, nadie duda de que el banco central aumentará las tasas en 25 puntos básicos. En cuanto a la retórica posterior, la intriga continúa. En mi opinión subjetiva, el BCE dejará abierta la puerta para más aumentos de tasas, pero enfatizará que el ciclo actual de ajuste está llegando a su fin y que el próximo aumento (posible) será de naturaleza "extraordinaria", solo si la inflación subyacente se mantiene en su nivel actual o se acelera. Esto probablemente pondrá presión sobre el euro, ya que previamente Lagarde insinuó de manera bastante clara la intención de mantener una postura alcista incluso después de la reunión de julio.