La administración de Biden anunció ayer nuevas sanciones contra Rusia, dirigidas a las exportaciones de petróleo ruso que se venden por encima del precio máximo de 60 dólares por barril impuesto por el G7. Según la CNN: el objetivo del nuevo conjunto de sanciones era la llamada flota oscura de petroleros que transportan petróleo ruso por todo el mundo. Las sanciones llevan meses gestándose.
Unas horas más tarde, el Departamento del Tesoro de EE.UU. impuso sanciones contra la empresa turca Ice Pearl Navigation Corp. y la emiratí Lumber Marine SA precisamente por transportar petróleo procedente de Rusia por encima del precio máximo, y estas empresas utilizaron los servicios de ciertas firmas estadounidenses.
Pero lo más interesante es que el Departamento del Tesoro estadounidense ha declarado que el petróleo ESPO y otros crudos que pasan por los puertos rusos del Pacífico tienen derecho a venderse por encima de los 60 dólares por barril y a utilizar servicios prestados por ciudadanos estadounidenses.
Con la última subida de precios, la diferencia entre el precio máximo y el precio real al que Rusia estaba vendiendo petróleo y combustible se amplió tanto que Washington se vio obligado a emitir un comunicado en el que afirmaba que las sanciones estaban contribuyendo a limitar los ingresos petroleros de Rusia.
Y la Secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, se vio obligada a admitir que el tope no era tan eficaz como se esperaba y prometió mejorar la aplicación de las sanciones.
No entró en detalles sobre cómo se mejoraría, pero sugirió que los ingresos petroleros de Rusia han caído bruscamente en los últimos diez meses debido al tope de precios.
Según los últimos datos sobre el petróleo ruso, el crudo de los Urales se cotizaba a 85 dólares el barril en septiembre. Esa cifra bajó ayer a 75 dólares, pero sigue estando muy por encima del tope del G7.