El peso mexicano se fortaleció hacia 18.86 frente al dólar estadounidense, alcanzando un máximo de diez meses, incluso después de la reducción de la tasa de 50 puntos básicos por parte de Banxico hasta el 8%. Este movimiento ya había sido anticipado y ocurrió en medio de una caída en los rendimientos del Tesoro de EE. UU. y un dólar más débil, lo que resultó en solo una ligera disminución en el diferencial de tasas de interés de México. Los inversionistas globales han estado recurriendo a activos emergentes con mayores rendimientos, impulsados por las señales de la Reserva Federal de EE. UU. de un enfoque más paciente, llevando al índice del dólar a mínimos de dos años. México sigue siendo un fuerte contendiente entre las naciones del G20 debido a su atractiva perspectiva de tasas reales, una vez ajustada por su inflación general del 4.5% anual y un índice de precios al consumidor subyacente del 4.2%. Los sólidos flujos comerciales y fiscales en mayo, incluidos un superávit externo de $1 mil millones y un aumento del 7% en los ingresos, han respaldado la demanda del peso junto con la evidencia de crecimiento del PIB en el segundo trimestre. Además, el compromiso de Banxico de volver a endurecer la política monetaria si la inflación se desvía de su objetivo del 3% ha fortalecido la confianza en su enfoque de política consistente.