El peso argentino se ha depreciado más allá de los 1,450 por dólar estadounidense, acercándose a su mínimo histórico de 1,475 observado el 19 de septiembre. Este descenso sigue a una recuperación temporal, ya que las incertidumbres políticas y de políticas previas a las elecciones de medio término del 26 de octubre, junto con el escepticismo respecto a la magnitud e inmediatez del apoyo de EE. UU., han resultado en significativas salidas de divisas extranjeras. Este entorno ha llevado a una reevaluación de los riesgos de devaluación y a un aumento en la demanda de protección a futuro. Inicialmente, los mercados respondieron positivamente a las discusiones en torno a un marco de intercambio por $20 mil millones; sin embargo, la falta de claridad sobre el momento y las condiciones para su activación, junto con declaraciones públicas inconsistentes desde Washington y una advertencia notable de que la asistencia de EE. UU. podría estar ligada al resultado de la elección, han deteriorado este optimismo. A pesar de los esfuerzos limitados del Tesoro para comprar pesos, el tipo de cambio oficial y los contratos a futuro a corto plazo han disminuido significativamente. Este cambio es indicativo de las presiones de cobertura y financiación que enfrentan los bancos y las corporaciones. Ante una posición de reservas precaria y obligaciones externas significativas a corto plazo, los comerciantes ahora anticipan una mayor probabilidad de un cambio de política tras la elección.