En el mundo de las finanzas, el oro siempre ha sido el mejor indicador para reflejar el nivel de miedo entre los inversionistas. Tradicionalmente, el metal precioso se aprecia durante las turbulencias económicas y pierde terreno en medio de buenas noticias. La crisis del coronavirus no es la excepción. Desde el inicio de la pandemia, el oro se ha disparado rápidamente debido a los temores en torno al virus y a la ausencia de una vacuna. En el momento álgido de la pandemia, el oro superó el nivel de $2,000 por onza troy por primera vez en la historia. Los analistas esperaban que el precio del oro subiera incluso más. Sin embargo, el avance científico en la lucha contra el coronavirus lo ha cambiado todo. Las noticias sobre los ensayos exitosos de las vacunas contra el COVID-19, producidas por las principales compañías farmacéuticas, desencadenaron inmediatamente una caída en los precios del oro. Hasta ahora, el oro ha estado registrando pérdidas durante varias sesiones consecutivas. Es muy probable que extienda su tendencia a la baja a corto plazo. El desarrollo de una vacuna eficaz de Pfizer, y más tarde Moderna sentó la base para el declive del oro. Posteriormente, AstraZeneca, el gigante farmacéutico británico sueco, anunció el éxito en sus ensayos clínicos de su vacuna. Esta noticia provocó otro fuerte golpe al metal amarillo. Es más, el fin de la incertidumbre política en Estados Unidos también pesa sobre el activo de refugio seguro. Donald Trump finalmente acordó una transición pacífica del poder al presidente electo Joe Biden.
