A finales de abril, el real brasileño se apreció más allá de 5.7 por USD, marcando su posición más sólida en casi tres semanas. Este cambio se produjo tras las declaraciones del Presidente Trump de que no destituiría al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y la indicación de una reducción sustancial en los aranceles sobre los bienes chinos, lo que alivió una preocupación externa significativa. Mientras tanto, los fuertes flujos de exportación de materias primas fortalecieron aún más la posición económica externa de Brasil. Con el recorte reportado del 90% en las importaciones de crudo estadounidense por parte de China, se produjo un redireccionamiento de las exportaciones marítimas de petróleo y soja hacia productores brasileños. Además, el aumento en los precios del mineral de hierro debido a la creciente demanda china mejoró los términos de intercambio de Brasil. A nivel nacional, la defensa del Vicepresidente Geraldo Alckmin de comprometerse simultáneamente tanto con Washington como con Beijing ofreció tranquilidad a los exportadores. Asimismo, el impulso renovado en el acuerdo de comercio Mercosur-UE, que había estado largamente inactivo, reforzó la confianza en la estabilidad macroeconómica de Brasil, brindando apoyo adicional a la moneda.