La reciente decisión de Arabia Saudita de reducir la producción de petróleo en 2 millones de barriles por día enfureció a Washington. Aunque EE. UU. ha instado repetidamente al Reino a aumentar la producción de petróleo, la OPEP+ liderada por Arabia Saudita continuó con más recortes. Este fue un mal movimiento para los EE. UU., que está luchando contra los altísimos precios de la gasolina. Sorprendentemente, Turquía y China también se han puesto del lado de los saudíes en un enfrentamiento cada vez más profundo con los EE. UU. a pesar de que una reducción en la producción de petróleo va en contra de sus intereses económicos. Justo después de la decisión de la OPEP+, Joe Biden advirtió que habría consecuencias. Al mismo tiempo, ambos estados tienen relaciones de seguridad de décadas, con EE. UU. comprometido a proteger a sus socios estratégicos en el Medio Oriente, particularmente contra Irán. Ahora, ante una nueva amenaza, las relaciones algo agrias entre Washington y Riad tienen la oportunidad de mejorar. Los informes recientes de la inteligencia saudita advirtieron sobre ataques inminentes a objetivos en Arabia Saudita preparados por Irán. En respuesta a la advertencia, Arabia Saudita y EE. UU. elevaron el nivel de alerta de sus fuerzas militares. La Casa Blanca dijo que se mantuvo en contacto constante a través de canales militares y de inteligencia con los saudíes. “No dudaremos en actuar en defensa de nuestros intereses y socios en la región”, dijo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
